17 Al ver éstos el ejército que se les venía encima, dijeron a Judas:
«¿Cómo podremos combatir, siendo tan pocos, con una multitud tan
poderosa? Además estamos extenuados por no haber comido hoy en todo el
día.»
18 Judas respondió: «Es fácil que una multitud caiga en manos de
unos pocos. Al Cielo le da lo mismo salvar con muchos que con pocos;
19 que en la guerra no depende la victoria de la muchedumbre del
ejército, sino de la fuerza que viene del Cielo.
20 Ellos vienen contra nosotros rebosando insolencia e impiedad con
intención de destruirnos a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros hijos, y
hacerse con nuestros despojos;
21 nosotros, en cambio, combatimos por nuestras vidas y nuestras
leyes;
22 El les quebrantará ante nosotros; no les temáis.»
23 Cuando acabó de hablar, se lanzó de improviso sobre ellos y Serón
y su ejército fueron derrotados ante él.
24 Les persiguieron por la pendiente de Bet Jorón hasta la llanura.
Unos ochocientos sucumbieron y los restantes huyeron al país de los
filisteos.
25 Comenzó a cundir el miedo a Judas y sus hermanos y el espanto se
apoderó de los gentiles circunvecinos.
26 Su nombre llegó hasta el rey y en todos los pueblos se comentaban
las batallas de Judas.
27 El rey Antíoco, al oír esto, se encendió en violenta ira; mandó
juntar las fuerzas todas de su reino, un ejército poderosísimo;
28 abrió su tesoro y dio a las tropas la soldada de un año con la orden
de que estuviesen preparadas a todo evento.
29 Entonces advirtió que se le había acabado el dinero del tesoro y
que los tributos de la región eran escasos, debido a las revueltas y
calamidades que él había provocado en el país al suprimir las leyes en vigor
desde los primeros tiempos.
30 Temió no tener, como otras veces, para los gastos y para los
donativos que solía antes prodigar con larga mano, superando en ello a los
reyes que le precedieron.
31 Hallándose, pues, en tan grave aprieto, resolvió ir a Persia a
recoger los tributos de aquellas provincias y reunir mucho dinero.
32 Dejó a Lisias, personaje de la nobleza y de la familia real, al frente
de los negocios del rey desde el río Eufrates hasta la frontera de Egipto;
33 le confió la tutela de su hijo Antíoco hasta su vuelta;
34 puso a su disposición la mitad de sus tropas y los elefantes, y le
dio orden de ejecutar cuanto había resuelto. En lo que tocaba a los
habitantes de Judea y Jerusalén,
35 debía enviar contra ellos un ejército que quebrantara y deshiciera
las fuerzas de Israel y lo que quedaba de Jerusalén hasta borrar su recuerdo
del lugar.
36 Luego establecería extranjeros en todo su territorio y repartiría
entre ellos sus tierras.
37 El rey, tomando consigo la otra mitad del ejército, partió de
Antioquía, capital de su reino, el año 147. Atravesó el río Eufrates
y
prosiguió su marcha a través de la región alta.
38 Lisias eligió a Tolomeo, hijo de Dorimeno, a Nicanor y a Gorgias,
hombres poderosos entre los amigos del rey,
39 y les envió con 40.000 infantes y 7.000 de a caballo a invadir el
país de Judá y arrasarlo, como lo había mandado el rey.
40 Partieron con todo su ejército, llegaron y acamparon cerca de
Emaús, en la Tierra Baja.
41 Los mercaderes de la región, que oyeron hablar de ellos, tomaron
grandes sumas de plata y oro, además de grilletes, y se
fueron al
campamento con intención de adquirir como esclavos a los hijos de Israel.
Se les unió también una fuerza de Idumea y del país de los filisteos.
42 Judas y sus hermanos comprendieron que la situación era grave: el
ejército estaba acampado dentro de su territorio y conocían la consigna del
rey de destruir el pueblo y acabar con él.
43 Y se dijeron unos a otros: «Levantemos a nuestro pueblo de la
ruina y luchemos por nuestro pueblo y por el Lugar Santo.»
44 Se convocó la asamblea para prepararse a la guerra, hacer oración
y pedir piedad y misericordia.
45 Pero Jerusalén estaba despoblada como un desierto, ninguno de
sus hijos entraba ni salía; conculcado el santuario, hijos de extraños en la
Ciudadela, convertida en albergue de gentiles. Había desaparecido la alegría
de Jacob, la flauta y la lira habían enmudecido.
46 Por eso, una vez reunidos, se fueron a Masfá, frente a Jerusalén,
porque tiempos atrás había habido en Masfá un lugar de oración para Israel.
47 Ayunaron aquel día, se vistieron de sayal, esparcieron ceniza sobre
la cabeza y rasgaron sus vestidos.
48 Desenrollaron el libro de la Ley para buscar en él lo que los
gentiles consultan a las imágenes de sus ídolos.
49 Trajeron los ornamentos sacerdotales, las primicias y los diezmos,
e hicieron comparecer a los nazireos que habían cumplido el tiempo de su
voto.
50 Levantaron sus clamores al Cielo diciendo: «¿Qué haremos con
éstos? ¿A dónde los llevaremos?
51 Tu Lugar Santo está conculcado y profanado, tus sacerdotes en
duelo y humillación,
52 y ahí están los gentiles coligados contra nosotros para
exterminarnos. Tú conoces lo que traman contra nosotros.
53 ¿Cómo podremos resistir frente a ellos si no acudes en nuestro
auxilio?»
54 Hicieron sonar las trompetas y prorrumpieron en grandes gritos.
55 A continuación, Judas nombró jefes del pueblo: jefes de mil
hombres, de cien, de cincuenta y de diez.
56 A los que estaban construyendo casas, a los que acababan de
casarse o de plantar viñas y a los cobardes, les mandó, conforme a la Ley,
que se volvieran a sus casas.
57 Luego, se puso en marcha el ejército y acamparon al sur de
Emaús.
58 Judas les dijo: «Preparaos, revestíos de valor y estad dispuestos
mañana temprano para entrar en batalla con estos gentiles que se
han
coligado contra nosotros para destruirnos y destruir nuestro Lugar Santo.
59 Porque es mejor morir combatiendo que estarnos mirando las
desdichas de nuestra nación y del Lugar Santo.